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Para Daily Nation (Kenia).

Si se me permite modificar el título de la película “No es país para viejos”, en África se está llegando al punto de “No es continente para gais”.

Tomemos el ejemplo de Nigeria. El Presidente Goodluck Jonathan es asediado. Se enfrenta a una rebelión en su partido en el gobierno, el Democratic People’s Party (DPP), ante las elecciones del año que viene. Los gobernadores están desertando del DPP y hace unas horas Jonathan destituyó a cuatro ministros.

Mientras tanto, el grupo miliciano Boko Haram ha aumentado sus ataques violentos y masacra a una media de 60 nigerianos a la semana.

En medio de todo esto, Jonathan recientemente encontró tiempo para firmar la proposición de ley anti-gais, y ha habido informes de muchedumbres acosando a homosexuales en Lagos.

En Zimbabwe, “el tío” Bob Mugabe la tiene tomada con los gais desde hace mucho. En Uganda, el Presidente Yoweri Museveni es un miembro con tarjeta platino de la Liga Anti-Homosexualidad.

Con todos los problemas que tiene Uganda (el desempleo juvenil supera el 84%), y siendo el país del mundo con más tropas involucradas en combates activos (Somalia, República Centroafricana, República Democrática del Congo oriental, Sudán del Sur), incluso más que EE.UU. (cuyas tropas ya solo luchan en Afganistán), se podría pensar que esto preocupa a los líderes en Kampala.

Pues no, el Parlamento empleó un tiempo precioso para aprobar una Ley anti-pornografía (que ha sido firmada por el Presidente Museveni), y una Ley extrema anti-gais (que el presidente dijo que firmará pronto). Ayer, el Daily Nation informó de que “Cinco diputados [keniatas] han anunciado una arremetida contra la homosexualidad”.

¿Por qué odiamos tanto a los gais? Primero, parecería que nosotros, la mayoría heterosexual, no lo pillamos. Un sabio investigador sostuvo una vez que el derecho a disentir, o la libertad de expresión, solo es significativo para aquellos que no piensan o actúan como la mayoría. Lo mismo podría decirse para los gais.

ES EL INFIERNO

Excepto la violación y la deshonra, no hay riesgo al ser heterosexual en Kenya, Uganda, Tanzania… Nadie te arrestará o rechazará alquilarte un apartamento porque seas heterosexual. Por lo tanto, no necesitamos protección y podrías argumentar que la libertad de expresión o elección sexual no es necesaria para arreglárnoslas. Pero si eres gay, es el infierno.

Lo que nos lleva a nuestro primer punto, lo que podría parecer que va contra toda lógica. La gente que realmente necesita libertad de elección sexual es aquella a la que más se le niega: los gais.

Segundo, en estos asuntos de derechos sexuales y represión, me gustaría introducir a la profesora Sylvia Tamale, de la facultad de Derecho de la Universidad de Makerere, en la capital ugandesa, Kampala.

La Dra. Tamale es una brillante feminista y el azote de la clase dirigente patriarcal y del poder masculino en Uganda, y de hecho en África. Escribió un libro llamado “When Hens Begin to Crow” (Cuando las gallinas empiezan a cacarear), cuyo nombre ya da pistas de su contenido subversivo. También editó un tomo titulado “African Sexualities” (Sexualidades africanas) con historias increíbles y nuevas percepciones en materia de sexualidades en este hermoso continente. Estudió en buenos colegios y universidades, incluyendo la de Harvard, así que es bastante extraordinaria argumentando.

El controvertido punto de vista de la Dra. Tamale es que la fijación anti-gay se cimienta en el poder. Ella emplea ejemplos y palabras dramáticos que no podemos escribir aquí, pero la idea general es que históricamente, el sexo heterosexual y sus rituales se han basado en que la mujer se subordine al hombre.

Por lo tanLTBto, el sexo lésbico se convierte en problemático porque el hombre dominante ha sido eliminado de la ecuación. Así, las mujeres se introdujeron hacia un mundo en el que no se tenían que someter a la autoridad masculina. El sexo entre hombre es incluso peor ya que no solo carece de una sumisa mujer en la habitación, sino que al menos uno de los hombres tiene que estar en una posición en la que los hombres se supone que no están en estos affairs: la subordinación. O de no ser así, ambos hombres serán iguales.

Ahora mismo, esto es lo que podría poner patas arriba el mundo que conocemos. Una vez que se desmantela la jerarquía sexual en la que el hombre está en la cima de la cadena alimenticia y la mujer por debajo, no puedes mantener un sistema político con los hombres monopolizando el poder y las mujeres teniendo un poco o nada.

No se puede justificar un sistema económico donde unos pocos son muy ricos y la mayoría es pobre. No se pueden tener religiones donde los obispos están ahí arriba y el rebaño es solo un rebaño.

En otras palabras, las políticas anti-gais no son más que un fraude perpetuado para mantener privilegios.

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Traducción propia para ÁfricaLGBT gracias a nuestro voluntario Manuel Escudero Escudero. Puedes ver el idioma original en el enlace adjunto).

http://www.nation.co.ke/oped/Opinion/Why-do-we-hate-gay-people-money-power/-/440808/2213336/-/3hjwsdz/-/index.html

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