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Manifestación en Uganda. Foto: J. Lester Feder/BuzzFeed
Manifestación en Uganda. Foto: J. Lester Feder/BuzzFeed

Por J. Lester Feder para BuzzFeed

Pero los defensores de los derechos humanos no están muy de acuerdo.

Un grupo de cuáqueros estadounidenses declaran estar ofreciendo una escapatoria para algunos ugandeses desesperados que huyen de la nueva ley anti-homosexualidad del país.

Este grupo, radicado en Olympia, Washington, llama a este proyecto “Friends New Underground Railroad” (FNUR, nuevo ferrocarril subterráneo de los amigos) porque se ven siguiendo los pasos de los cuáqueros que ayudaron a los esclavos para que escaparan del sur de Estados Unidos antes de la guerra civil. Con menos de 10 “conductores” ugandeses, informan que han financiado la salida del país de 107 personas con subvenciones de entre 52 y 185 dólares. Los refugiados viajan en general en grupos pequeños por caminos secundarios y alcanzan refugios en países vecinos. FNUR afirma que sabe de al menos 12 personas que se han marchado a terceros países como Sudáfrica y Suecia, y que han recibido informes no confirmados de que alrededor de 30 han llegado a Europa.

Las precauciones de seguridad que aseguran adoptar hacen que sea imposible verificar su trabajo. Las identidades y localizaciones de los conductores se mantienen en secreto incluso entre ellos. FNUR no identificará a ninguna de las personas que han evacuado porque dicen no sentirse aún seguros en sus nuevos emplazamientos, aunque aseveran haber financiado la huida de 22 estudiantes en un seminario católico acusados de homosexualidad en la ciudad oriental de Jinja, caso que tuvo repercusión internacional. No enumerarán los países a los que han escapado, quién les ayuda una vez que salen de Uganda o cómo han logrado los que han huido a Europa los visados que otros refugiados pueden estar esperando durante años porque temen que se cierren las rutas de escape. A uno de los tres coorganizadores, el único del grupo con experiencia en labores internacionales de socorro, no se le identificará públicamente por su nombre real, exponiendo que “no queremos poner a nadie en peligro”. En cambio, ha adoptado el nombre de Levi Coffin II, uno de los cuáqueros que lideraron el ferrocarril subterráneo original.

“Nos metimos en esto porque nos lo pidieron”, relata Coffin en una entrevista telefónica desde el estado de Washington. La persona que se convirtió en Conductor Número Uno era un conocido ugandés que pidió apoyo cuando un grupo de personas LGBT le pidieron ayuda para salir del país. “Los cuáqueros tienen una larga tradición en este tipo de trabajos… Este es un trabajo que estábamos literal y figuradamente llamados a hacer”.

Si su cuenta es segura, es una gran hazaña para un puñado de individuos con muy poca experiencia en ayuda internacional. (Su proyecto lo adoptó su congregación, “Olympia Friends Meeting”, y desde entonces ha formado equipo con similar esfuerzo con otras reuniones de cuáqueros. También acaba  de ser respaldado por la Asociación Unitaria Universalista nacional). La mayoría de los activistas ugandeses y los grupos internacionales defensores de los derechos humanos está desaconsejando a los ugandeses LGBT que huyan, ya que casi todos van a Kenia y terminan en grandes campos de refugiados que suelen ser tan peligrosos para las personas LGBT como la misma Uganda. Aquellos afortunados que son nombrados candidatos para reasentarse en el extranjero pueden pasarse meses o incluso años esperando un billete de avión.

Por eso se han disparado las alarmas entre los activistas experimentados en la región. Ninguno menciona haber oído declaraciones específicas de mala gestión por parte de FNUR ni duda de sus buenas intenciones. Pero sí les preocupa que una operación independiente no pueda hacer lo necesario para mantener seguros a los refugiados o que pueda ser estafada por personas que se embolsan donaciones. Y no es la única operación de socorro que ha surgido fuera de África en respuesta a la ley anti-homosexuales (otro caso llevó a una pelea pública en las redes sociales entre una activista en los Estados Unidos y una organización LGBT líder en Uganda que la acusó de “falsa captación de fondos”)

“Este no es el tipo de cosas que unos aficionados bien intencionados puedan hacer y el dinero se va a malgastar en su mayoría”, declaró Scott Long, el anterior director del programa LGBT de “Human Rights Watch”. “Aprecio enormemente las buenas intenciones en este caso pero… los organizadores deberían convencerse de que es mejor que subordinen sus esfuerzos a reconocidas ONG de refugiados o al comité de seguridad” de la coalición de las organizaciones ugandesas que se oponen a la ley anti-homosexualidad.

Pero los que trabajan en proyectos como FNUR dicen responder a peticiones de ayuda a las que no han respondido grupos sobre el terreno. Las organizaciones ugandesas se centran fundamentalmente en el trabajo de apoyo con el fin de que el país sea menos peligroso para las personas LGBT, a pesar de que han creado un comité de seguridad para responder a las necesidades urgentes. No quieren animar a que la gente se vaya al exilio, no solo porque tiene sus propios peligros sino también porque envía un mal mensaje a los políticos a los que nada les gustaría más que ver cómo se marchan los homosexuales. Las organizaciones internacionales que ya trabajan con refugiados LGBT en la región no quieren llamar la atención sobre sus esfuerzos hacia las personas LGBT por miedo a que les hagan cerrar, así que no pueden recaudar fondos para una mayor ayuda.

Pero las historias de gente huyendo del arresto o de los ataques llegan al corazón de los extranjeros que quieren ayudar directamente a las personas en crisis. La compleja realidad sobre el terreno hace que sea difícil de conseguir por medio de los canales establecidos (y los donantes puede que nunca sepan a los individuos que han ayudado).

Los actores independientes ponen muy nerviosos a la alianza de organizaciones ugandesas contra la ley anti-homosexualidad. El grupo, conocido como “Coalición de la sociedad civil por los derechos humanos y el derecho constitucional”, ha establecido un comité de seguridad formal con la tarea de ayudar a la gente en situaciones de crisis y le gustaría que los forasteros canalicen sus esfuerzos a través de ellos. Los grupos emergentes pueden cometer errores que ponen en peores peligros a las personas ya vulnerables, se temen, o si les estafan, eso podría desanimar a los donantes con sus contribuciones a los grupos responsables. Incluso si se dirigen bien, pueden desviar recursos de las personas y organizaciones que en realidad lo necesiten más.

Una de las cosas que les provoca especial preocupación sobre FNUR es que un socio ugandés al que han identificado públicamente, una organización llamada “Gender Equality and Health Organization” (GEHO, Organización por la salud y la igualdad de género) fue expulsada de la coalición porque existía cierta preocupación sobre su gestión.

“El hecho de que hayan rechazado escuchar y trabajar con el comité de seguridad… es muy problemático”, declaró Clare Byarugaba, coordinadora de la Coalición de la sociedad civil que explicó que los organizadores de FNUR habían sido notificados sobre las preocupaciones sobre GEHO (Los organizadores de FNUR responden que la GEHO proporcionó una gran cantidad de información para rebatir las alegaciones de mala conducta y estaban convencidos de que los cargos son falsos).

Y hacer este tipo de trabajo regularmente es un proyecto enorme, sentenció Neil Grungras de la “Organización para el refugio, asilo y migración” (ORAM), que trabaja en asuntos de refugiados LGBT. Declaró que conocía a “algunas personas que están recaudando fondos privados de forma limitada” y daba la bienvenida a la comunidad LGBT en los Estados Unidos y Europa para involucrarse en asuntos de refugiados.

Pero en realidad, ORAM cerró un programa para proporcionar apoyo directo a refugiados LGBT tras cinco años, a pesar de que consideraban que estaba teniendo éxito. El trabajo de aclarar quién era el que más necesitaba ayuda, qué gastos eran los más urgentes, cómo mantenerlos seguros… consumía demasiados recursos de ORAM como para continuar.

“Para que un programa como ese tenga éxito… tienes que invertir muchos recursos para entender la situación sobre el terreno”, explicó Grungras. “Si estás intentando gastar el dinero [de los inversores] de manera responsable, [realmente] tienes que hacer ese trabajo”.

Y los organizadores de FNUR admiten que “lo van solucionando según van”. El grupo estima que ha recaudado al menos 11.000$, pero ni Coffin ni el otro organizador con el que habló BuzzFeed para esta historia, Gabi Clayton, sabían la cantidad total que el grupo había conseguido.

“Nos tomamos muy en serio nuestras responsabilidades fiscales”, afirmó Clayton. “Puede que demos algún traspié al aprender a llevar la contabilidad… pero no es que hayamos perdido el dinero”.

Coffin aseguró que los conductores ugandeses buscaron su apoyo porque a la gente que estaba intentando escapar en realidad le asustaba acercarse a grupos LGBT ugandeses. Los que se encontraban en partes remotas del país temían que si se ponían en contacto con una organización conocida en Kampala, eso les provocara aún mayores riesgos.

“No se pondrán en contacto con las organizaciones de la sociedad civil en Kampala. No creen que sean seguras… Todos dicen que no se fían de esa gente”, relató Coffin.

Frank Mugisha, jefe de “Sexual Minorities Uganda” (SMUG, Minorías sexuales de Uganda), que es una de las organizaciones ugandesas más conocidas internacionalmente y que forma parte de la coalición, es escéptico con respecto a estas afirmaciones.

“Cualquier ugandés que necesite ayuda puede tener un apoyo coordinado dentro o fuera de SMUG”, explicó. “Hay muchas estructuras y si no se confía en una, existe una gran variedad de posibilidades”.

Mugisha manifestó que cree que estos esfuerzos extranjeros “tienen buenas intenciones”, pero añadió que la decisión de trabajar alrededor de grupos ugandeses y ayudar a la gente en crisis a través de pequeñas cantidades de dinero “proviene de la noción de tratar con condescendencia a África”. Mugisha aseveró: “No creo que los donativos [a corto plazo]… ayuden en absoluto”.

Estas preocupaciones se hicieron públicas cuando SMUG utilizó Twitter el 6 de julio para informar de que una activista LGBT de San Francisco llamada Melanie Nathan lleva un blog donde citó un informe de SMUG sobre violencia en Uganda para recaudar fondos en un esfuerzo al que ha llamado el “Fondo de asistencia del África LGBT”. Entre dos campañas de recaudación de fondos, Nathan había conseguido un poco más de 17.000$, que repartió entre 33 personas en Uganda y otros países africanos que habían contactado con ella por internet y le habían solicitado ayuda. En su mayoría, el dinero sirvió para cubrir la alimentación y el cobijo de los que se habían desplazado dentro de Uganda. Nathan, originaria de Sudáfrica, en un principio lanzó su campaña para recaudar fondos con la meta declarada de ayudar “a que las personas LGBT escapen de África”. Ella sostiene que rápidamente cambió el nombre y disuadió a la gente de que huyese debido a los espantosos informes de aquellos que habían llegado a Kenia.

 (@MelanieNathan1 POR FAVOR NO uses nuestro informe para tu falsa captación de fondos. @Far_Uganda http://t.co/cj0gZpxfje)
(@MelanieNathan1 POR FAVOR NO uses nuestro informe para tu falsa captación de fondos. @Far_Uganda http://t.co/cj0gZpxfje)

En una entrevista, Nathan calificó a este tweet de “difamatorio” y dijo que Mugisha nunca le había escrito con sus preocupaciones sobre sus fondos y que había ignorado mensajes que ella le había enviado en Facebook buscando cooperación. Muchas de las personas que se dirigieron a ella, le comentaron que les habían abandonado organizaciones LGBT de sus países porque les habían dicho que no tenían dinero.

Estos grupos “afirmaban que no tenían dinero [para asistencia humanitaria], por eso pensé que estaba haciendo algo bueno”, manifestó Nathan a BuzzFeed. “Quería dar el dinero a la que gente que me lo pedía. No veía la necesidad de dárselo a nadie más”.

Coffin explicó que aunque la captación de fondos para FNUR la dirigieron estadounidenses, “en esencia el programa lo llevan africanos para africanos” y un tercio de los nuevos fondos vino de África. Los conductores ugandeses deciden a quién ayudar y descubren cómo sacarlos del país. Aunque FNUR solo financia la travesía hasta la frontera, el dinero se entrega en refugios locales u organizaciones para proporcionar apoyo al otro lado. El único lugar en el que los estadounidenses toman decisiones operativas es en ayudar a “solucionar” qué grupo de conductores irá primero cuando los fondos están disponibles y eso es solo para mantener anónima la identidad de los conductores.

Y dicen haber confirmado directamente que los 107 refugiados se las han arreglado después de haber abandonado el país (asegura que ninguno ha terminado en los campos de refugiados de Kenia). FNUR tiene una “lista de espera oficial” de 118 personas esperando a salir, explicó Coffin, y “tenemos a cientos más detrás de ellos”.

“Nos dejamos guiar por nuestros instintos. Seguro que cometeremos errores”, afirmó. Pero “por ahora no los hemos tenido: todos a los que hemos intentado sacar, han salido”.

(Traducción propia para ÁfricaLGBT gracias a nuestro voluntario Manuel Escudero Escudero. Puedes leer el idioma original en el enlace adjunto. Foto: J. Lester Feder/BuzzFeed).

http://www.buzzfeed.com/lesterfeder/american-quakers-have-created-an-underground-railroad-in-uga

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